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miércoles, 26 de febrero de 2014

CASA PACO Y LAS CUARENTA TORTILLAS

Hace pocas semanas recibimos una excelente noticia en relación con un problema de salud de Ana. Se imponía celebrar la buena nueva (estas cosas hay que celebrarlas, no nos cabe duda) y, quienes conozcáis a alguno de los miembros de Cocina Paradiso, ya sea en su versión valenciana o astur-madrileña, sabréis que nuestras celebraciones suelen ir aderezadas con una buena manduca de por medio. No falla. No tenemos remedio.

Tino y Patri, grandes amigos, fieles seguidores de Cocina Paradiso y también amantes, cómo no, del buen llantar, nos llevaron para la ocasión a conocer Casa Paco. Fue todo un descubrimiento. De esto hace ya diez días y aún tenemos la sensación de haber vivido una experiencia religiosa. O demoniaca, si queréis verlo así, porque Casa Paco incita a la gula, ese pecado capital que en Cocina Paradiso tenemos por sagrado.

Casa Paco, uno de esos bares de toda la vida que no defraudan.

Casa Paco es uno de esos bares de barrio de toda la vida que no defraudan, con comida casera de verdad. No veréis servilletas ni manteles de tela (de hecho, no veréis manteles, ni siquiera de papel), pero os premiarán con una atención cercana y amable. Está ubicado en el madrileño barrio de Argüelles, muy cerca de Moncloa, en la calle Altamirano esquina con Juan Alvarez Mendizábal. Al entrar no pude evitar fijarme en las servilletas serigrafiadas con un hórreo asturiano y en un cuadro del puente romano de Cangas de Onís que destaca en una pared: pistas inequívocas para quienes mamamos la tierrina de que en el local se respira Asturias de algún modo, por pequeño que sea.

Paco García era asturiano: alguna pista nos dejó por el camino.

Y es que Paco García, que junto con su mujer Gloria fundaron el bar allá por 1954, era asturiano, y quiso tener presente una referencia de su tierra, quizá, quién sabe, para echar una miradita cuando le atacara la morriña, que a eso los norteños somos muy dados. Ambos hicieron del bar un lugar de referencia en el barrio de Argüelles, labor que luego continuarían sus hijos, José y Paco. Hoy día es ya la tercera generación la responsable de que podamos degustar algunas de las mejores tortillas y croquetas de Madrid, con el surtido más variopinto.

Porque en Casa Paco ofrecen una sorprendente variedad de tortillas de patata, desde la más simple, la tortilla de patata de toda la vida (con o sin cebolla, para todos los gustos) hasta la de solomillo con cebolla caramelizada y queso de cabra, pasando por las de lacón con queso, sobrasada con queso, cuatro quesos, pollo con manzana, calabacín, ibérico con foie, langostinos con bacon, pulpo a la gallega, picadillo de chorizo, cocido, manzana con foie, y así hasta casi 40 tipos de tortilla que creemos haber leído en la carta porque, sinceramente, uno pierde la cuenta. Es un espectáculo, creednos, el contemplar todo el largo de la barra repleto de tortillas de todo tipo. Es como entrar en un cuento lleno de tortillas que, además, no preparan excesivamente cuajadas, con lo que resultan muy jugosas, algo a agradecer en estos tiempos de culto a la huevina.

Sólo os mostramos un trocito pero, creednos, la barra de Casa Paco es como un museo de la tortilla.


Y luego están las croquetas, espectaculares, grandes, sabrosas. Pueden ser de boletus, cabrales, merluza con gambas, ibérico, chipirones en su tinta, bacalao, pulpo, espinacas, o salmón con roquefort, entre otras tantas, con la particularidad de que cada día hacen ciertos tipos diferentes de croquetas que van variando de un día para otro, de forma que podéis ir en varias ocasiones y no repetir. El "pero"... que nos pirran los tropezones en las croquetas, y aquí los echamos en falta: tienen todo el sabor, pero les faltan tropezones.


¿No se os hace la boca agua con la pinta de estas tortillas y de estas croquetas?

A destacar el servicio, inmejorable. Nosotros fuimos un sábado a comer. Llegamos a las dos y media de la tarde y el local estaba hasta la bandera. Pedimos que nos sentaran a una mesa cuando quedase una libre (no, no reservan) y, mientras esperábamos, pudimos acoplarnos en un rincón, en una mesa alta con taburetes. Fue la excusa perfecta para ir empezando a picar, claro: que si unas patatas bravas, que si unas al ali oli, que si unas albóndigas caseras (posiblemente las más sabrosas que he comido fuera de casa, con su tomate natural por encima, de ese que sabes que no te va a dar ardor de estómago), que si unas croquetas... La comida y la sobremesa se alargaron hasta las seis de la tarde, porque entre tanto lograron hacernos hueco en una mesa y, ya cómodamente sentados, nos pusimos ciegos con las generosas raciones de tortilla. Durante todo ese tiempo pudimos observar el trajín ordenado de los camareros a pesar del maremágnum de gente, tanto en barra como en mesas. Todo bien llevado, sin esperas excesivas, atentos con la clientela, relajados a pesar de las numerosas comandas, y siempre con tiempo para charlar contigo y bromear como si te conocieran de toda la vida. Prueba de que son grandes profesionales y, por si fuera poco, majos a rabiar. Además sirven botellines de coca cola de 350cl., no esas miniaturas de 200 cl. que se están poniendo tristemente de moda. Qué coño...

Una curiosidad: dentro del mismo establecimiento os encontraréis con una administración de loterías, también propiedad suya: así que si queréis echar la primitiva o el euromillón, podéis matar dos pájaros de un tiro.

En septiembre Casa Paco cumplirá 60 años en plena forma, todavía lejos de jubilarse. No sabemos si celebrarán esta fecha tan señalada, pero en caso de que así sea no faltaremos a la cita. Y, si no fuera el caso, allí estaremos igualmente para celebrarlo por nuestra cuenta. Excusas no nos faltan, ya nos conocéis.

¡Saludos culinocinéfilos!

miércoles, 19 de febrero de 2014

BIZCOCHO SÚPER LIGERO

Esta semana me encuentro agotada. La debacle comenzó el sábado cuando nos tocó ir con Dharma al veterinario de urgencias de madrugada. Le vimos un ojo hinchado, y en el tiempo que dedicamos a debatir cómo y cuándo se había dado ese golpe, su cabeza se había convertido en poco menos que la de "El hombre elefante" Y la semana no ha ido a mejor. 

Así que aunque tengo varias recetas pendientes de publicar, la que hoy os traigo no es mía. La publicó María José Álvarez, del blog "Tapitas y postres" en uno de los grupos de cocina que sigo, y me pareció tan sencilla que con su permiso, os la publico aquí, porque creo que ahora mismo es perfecta para mi semana!



Queda bastante esponjoso. Creedme!!!
Además, y aquí viene lo interesante, es que es un bizcocho bastante ligero, sin aceite, mantequilla... ¡Y sin harina! Ella cuenta en su blog que es un bizcocho apto para la dieta de los puntos (1.5 puntos por ración) Yo no sigo esa dieta, pero me parecen geniales estas recetitas que no te hacen sentir culpable por tomar un trocito de dulce. La jugosidad se la da la fruta, así que si la hecéis, no os saltéis este ingrediente!



Manzana, pátano, vainilla, canela... Mmmmmh
NECESITAS: 
 
- Dos envases pequeños de queso fresco batido 0% MG (a la venta en Mercadona)
- 3 huevos
- 100 gramos de copos de avena
- una cucharada sopera de edulcorante líquido.
- Una cucharadita (de postre) de esencia de vainilla (opcional pero recomendable)
- Una manzana y un plátano medianos
- Un sobre de levadua Royal.
- Un sobre de preparado para flan (sin azúcar añadido) Tienes el Mandarin de toda la vida, pero también marcas blancas.
- azúcar glass para espolvorear (Esto en la receta original, yo lo sustituí por canela en polvo)



6-8 raciones nada pecaminosas
Esta es una de esas recetas que cuesta más escribir que preparar; sólo tienes que poner todos los ingredientes en el vaso de la batidora excepto la fruta, y triturar hasta que quede una textura fina, cremosa y sin grumos (hay que triturar bien toda la avena). En Thermomix, 20 segundos a velocidad 6. 

Por otro lado pela y corta la fruta en rodajas finas. 

Engrasa un molde de plum cake con unas gotas de aceite. Ahora hay que poner: Una capa de masa, y una capa de manzanas laminadas. Otra capa de masa y la capa de plátano. Terminamos con lo que nos queda de masa y por último acabamos con la última capa de manzana. Espolvorea con el azúcar glass y mete al horno, precalentado a 180 grados durante unos 30-40 minutos (depende de tu horno)



Aquí el corte. Se me desmigó por ansias (cortar en caliente)
NOTA: sobre la receta original, yo hice un par de variaciones: por un lado, separé las yemas de las claras, y monté las claras a punto de nieve. Añadí al resto de la masa con movimientos envolventes para darle mayor esponjosidad. Por otro lado, sustituí el azúcar glass por canela en polvo. Tú puedes hacerlo según tus gustos o nivel de pereza!!!

Pues ya lo tienes listo. Deja enfriar antes de cortar. Tienes para 6-8 raciones nada pecaminosas!

Opiniones sobre este bizcocho: si lo vamos a comparar con un bizcocho con toda su mantequilla, su azúcar, quizá su chocolate o frutos secos... Pues claro, lo mismo no es, ni podrá serlo nunca en la vida. Pero la verdad, considerando las calorías que nos ahorramos, creo que os sorprenderá el resultado. ¿Os animáis a probar co-cine-ritos?
¡Ya me contáis! 

sábado, 15 de febrero de 2014

LA GRAN ESTAFA AMERICANA: ¿ENGAÑAMOS PARA SOBREVIVIR?

Cómo mola que nos sorprendan...

Porque es lo que ha conseguido La gran estafa americana: descolocarnos, no dejarnos indiferentes.

El cartel de la peli. ¿Todos estafamos para sobrevivir?

La película está basada en el escándalo Abscam, un caso real de corrupción política que salió a la luz en los años 70, y narra la historia de Irving Rosenfeld, un estafador que se ve obligado a colaborar con un agente del FBI en un caso complejo y peligroso para evitar dar con sus huesos en la cárcel.

Entre la mujer del protagonista (Jennifer Lawrence ) y su socia y amante (Amy Adams) saltarán chispas que amenazarán con dar al traste con el ya de por sí peligroso juego al que se enfrentan.

A partir de esta premisa, de este hecho real, el director, David O. Russell, nos cuenta una historia de personajes que viven, en mayor o menor medida, una vida falsa, vacía, irreal. Y no sólo para el protagonista, un estafador profesional, su vida es un engaño, al contrario, quienes le rodean, de una forma u otra, lidian con vidas que no son lo que parecen. Pero, lejos de perderse en el drama, La gran estafa americana se convierte en una película loca, divertida, original, imprevisible, con toques absurdos, a veces casi infantil en alguna escena, chispeante, con giros continuos. Ibamos al cine sin tener ni idea de con qué nos encontraríamos (yo no había visto ni siquiera el tráiler), y salimos gratamente sorprendidos. Y, quizá, ¿engañados? Porque creemos que esta historia tiene más profundidad de lo que quiere aparentar.

La peli consigue reflejar a la perfección los estravagantes estilismos setenteros.

El punto fuerte de la película es, sin duda, el trabajo interpretativo; no en vano los cuatro actores que encabezan el reparto (Christian Bale, Amy Adams, Bradley Cooper y Jennifer Lawrence) figuran como nominados a los oscars en diferentes categorías. Porque la peli es una peli de personajes, sobre todo de personajes. Los actores y actrices principales se salen y la química entre ellos se hace notar. Sus encuentros y desencuentros, sus alocadas aventuras sentimentales, sus trampas y sus engaños continuos son la chispa de la película. Impactante, aparte de su soberbia actuación, la nueva transformación física de Christian Bale que, según él mismo ha dicho, en esta ocasión engordó 20 kilos a base de meterse en el gaznate donuts y hamburguesas con queso para parecerse al Irving Rosenfeld real.

El maquinista (2004), American Psycho (2000), La gran estafa americana (2013),... las transformaciones físicas de Christian Bale resultan impactantes.

A destacar la cuidada ambientación setentera, que tiene su mejor muestra en el vestuario, acertadísimo por haber conseguido recrear a la perfección aquellos estilismos horteras de la época: pantalones de campana, camisas con cuellos enormes, escotes de vértigo, terciopelo de colores, látex, pieles, tacones como pértigas y peinados imposibles.

Si os aburrís, los varones siempre podréis deleitaros con los escotazos que se repiten a lo largo de toda la peli.

Todo ello aliñado con una contagiosa banda sonora compuesta por himnos antológicos de los 70 que os harán mover los pies en la butaca en más de una ocasión.

Os la recomendamos, sin duda. Como veis, no os hemos contado mucho sobre la historia. No queremos hacerlo. Id al cine, vedla sabiendo lo menos posible, como nosotros. ¿Todos estafamos para sobrevivir? ¿Mentimos, engañanos de alguna forma, alguna vez, para vivir mejor? ¿Las apariencias habitualmente son sólo eso, apariencias? Pensad en ello después de ver la peli.

¡Saludos culinocinéfilos!

martes, 11 de febrero de 2014

CHOCOLAT, O EL MEJOR CHOCOLATE A LA TAZA DE MADRID

Hacía frío, mucho frío en Madrid aquel día de últimos de diciembre de 2010. Habíamos convencido a mi madre para que viniese a pasar las Navidades con nosotros (siempre hay que convencerla: ya tiene cierta edad y cada vez le da más pereza meterse en el cuerpo los 450 kilómetros que nos separan de Asturias) y deambulábamos por el laberinto de callejuelas que pueblan el barrio de las Letras en busca de algún lugar donde pudiéramos tomar algo calentito. Por fin, dimos con un local pequeño, discreto, que no parecía destacar demasiado en el entorno. Un cartel en la fachada rezaba Chocolat. Echamos una ojeada a través de la puerta de cristal, nos gustó lo que vimos y entramos.


Fue una gran decisión, sin duda.



Chocolat se encuentra en el barrio de Huertas, en la confluencia de las calles Santa María con San José.

Porque, aunque la fama se la lleve San Ginés, donde se sirve el mejor chocolate a la taza de Madrid tiene un nombre bastante más evocador. En el barrio de Huertas, enclavado en pleno Triángulo del Arte (entre los museos del Prado, el Thyssen-Bornemisza y el Reina Sofía), casi escondido en una esquina, en la confluencia de las calles Santa María con San José, hay un local cálido y acogedor, con un encanto particular (no esperéis lujos: tan solo un ambiente muy agradable en el que estar), donde aquel día probamos un chocolate a la taza como hacía tiempo no saboreábamos. Quedamos enamorados de aquel lugar y desde entonces Ana y yo acudimos a menudo, eso sí, menos de lo que querríamos.




Tu capricho hecho chocolate: no podrían haber elegido un lema más acertado.

En Chocolat elaboran un chocolate a la taza exquisito, negro, espeso, consistente, con cuerpo y sabor, de esos que cuando lo tomas con la cuchara casi puedes masticarlo en la boca. Cuenta Juan, su propietario, que el chocolate con el que trabajan tiene un alto grado de pureza y es bajo en azúcar, lo cual, unido al hecho de mantener el chocolate al baño maría, garantiza la máxima calidad posible. Aquí ya entraríamos en disquisiciones técnicas que no vienen al caso, pero damos fe de que ese cariño con el que tratan la materia prima se percibe en la textura y en el sabor del chocolate. No obstante, sin perjuicio de lo dicho, saben hacer el chocolate al gusto de cada uno: a mi madre, por ejemplo, le gusta más un chocolate no tan denso, más licuadito, y así se lo sirvieron a petición suya.


El mejor chocolate a la taza, churros, bizcochos, tartas, pastas,... una delicia para el gusto.

Pero no sólo de chocolate vive Chocolat. También ofrecen cafés de todo tipo y más de cincuenta clases de tés e infusiones naturales. Y, para acompañar, podéis elegir entre una gran variedad de deliciosos bizcochos y tartas artesanales y unos churros y porras que están para chuparse los dedos (podéis, incluso, ver cómo los hacen), nada que ver con ésos grasientos o aceitosos con que nos podemos encontrar en otras chocolaterías; yo, de hecho, a diferencia de Ana, no soy nada "churrero" y os garantizo que es el único sitio donde siempre que vamos cae algún churrito para el gaznate. También sirven menús del día, pero éstos no los hemos probado: una cuenta pendiente en nuestro debe.


Tú eliges: ¿chocolate o café... o té? También tienen más de cincuenta clases de tés e infusiones naturales.

Por si fuera poco, son detallistas: nunca falta el vasito de agua acompañando al chocolate (en muchos otros sitios tienes que pedirlo) y, además, os obsequiarán con pastas y galletas para hacer más dulce la espera (nunca excesiva) en la mesa. En este sentido, es de justicia destacar al personal del local: pura simpatía y profesionalidad. Siempre, siempre, os atenderán con amabilidad y con una sonrisa para haceros sentir tan a gusto como en casa.

La bandeja repleta de pastas y galletas que os ofrecerán (¡alguna, no todas, que os conocemos!) para hacer más dulce la espera.

Tienen un amplio horario y abren todo el año; tan solo lo limitan un poco en agosto, mes en que no abren por las tardes. Por cierto, que en verano no hay excusa para dejar de ir a Chocolat, porque hacen un chocolate frío delicioso. No es lo mismo que el chocolate caliente a la taza, es cierto, pero está riquísimo.


El pasado 26 de diciembre Chocolat cumplió 10 añitos en Madrid.

No hace mucho, el pasado 26 de diciembre, el establecimiento cumplió 10 añitos en la capital, cada día más valorado debido en gran medida al boca a boca. Tanto si residís en Madrid como si estáis de paso, y si sois amantes del buen chocolate, os recomendamos que os perdáis por un rato en el encanto de Chocolat: vuestro paladar os lo agradecerá.


Qué mejor que Chocolat y unos bomboncitos o un buen tazón de chocolate para pasar en casa una tarde fría de febrero

Como también os recomendamos, ya entrados en materia, Chocolat, pero en este caso la película protagonizada por Juliette Binoche: todo un canto a la libertad, a los placeres de la vida, a la vida en sí misma, al carpe diem. Con ese aroma a chocolate que casi traspasa la pantalla y ese poso a cuento de hadas... Si no la habéis visto, dadle una oportunidad; si lo habéis hecho, siempre es un buen momento para revisionarla. Eso sí, con una ambientación adecuada: que no falten unos bomboncitos para picar o, quizá mejor, un buen tazón de chocolate mientras vemos la peli en una tarde fría de febrero.

martes, 4 de febrero de 2014

AL ENCUENTRO DE MR.BANKS, LA FÁBULA

Este domingo fuimos al cine aprovechando entradas a 5 euros que nos habían regalado de otra vez que fuimos entre semana, siempre aprovechando la oferta. Íbamos a esperar al miércoles para ver Al encuentro de Mr. Banks pero yo tenía demasiadas ganas y esas entradas caducan el día 6 así que era el momento de aprovecharlas. Después de ver Caníbal el viernes en un cine de reestreno de pueblo teníamos ganas de algo más ligero. Caníbal nominada a 14 goyas, lo siento pero nos aburrió hasta el infinito y más allá. Tiene una premisa buena, pero se queda en una de esas películas lentas donde no pasa nada y te vas dando cuenta de todos los errores de guión, montaje y demás por puro aburrimiento. Yo no la recomiendo pero el que goce con ese tipo de cine (para mi ese tipo de cine es sencillamente malo) seguro que disfruta.

AL ENCUENTRO DE MR. BANKS:


Me encanta el cartel autores y personajes en la sombra todos juntos.

La película trata sobre la relación entre Walt Disney el todopoderoso, y P.L. Travers. Tras 20 años intentando que le cedan los derechos del libro para hacer la película la autora claudica, pero con la condición de supervisar lo que se va a hacer con su querida Mary.

Yo iba con grandes espectativas, primero porque Mary Poppins es una de mis películas favoritas, el recuerdo de alucinar de niño sigue presente cada vez que la veo. Segundo porque sale Tom Hanks una de mis debilidades, que parece que vuelve a acertar en sus proyectos. Espectativa altísima suele acabar en decepción salvaje. Por fortuna no fué así.

La pareja protagonista; el lenguaje no verbal de esta escena es solo el comienzo de su difícil relación.

Esta película es un homenaje a esa película, nos muestra de donde le viene la inspiración a la autora y porqué tiene esa necesidad de que Disney respete su opinión y transmita lo que ella siente por su obra. Por supuesto que aquí no se centra en el lado oscuro de Disney que tanto gusta resaltar a algunos. Roza solo esa superficie de una sociedad claramente machista, pero es que ir por ahí volvería a ser traicionar el espíritu de Mary Poppins. Personalmente estoy bastante hartito de tanta crítica a Disney, que si el modelo que transmite, que si los finales felices. Creo que Disney ha sido y es un creacinéfilos, todos hemos crecido y disfrutado con sus películas y seguimos haciéndolo, y hay oferta de sobra con otros estudios que no siguen la línea que Disney suele marcarse.

La película cuenta la historia de ese choque entre productor y autor, y a su vez en flashbacks la infancia de P.L.Travers. todo muy bien encajado y con una escena en concreto que te hace entender todo. No quiero analizar porque hablar de esas escenas sería destrozar la película a más de uno. Emma Thompson hace un papelón, que gran actriz, y Tom Hanks queda un poco en la sombra de ella, pero hace un trabajo sensacional como siempre. Los secundarios están todos bien, destacando Paul Giamatti que tiene algunos momentos con Thompson que son puro cine.

La familia de P.L.Travers, un padre soñador y atrapado por diferentes problemas, sin duda su historia marca a la autora y a sus libros.

El director John Lee Hancock hace un trabajo excepcional, centrándose en los actores y dejando algunos efectismos para el momento adecuado y sin abusar de ellos.

La música es sensacional, usando algunas de las melodías de Mary Poppins compuestas por Richard M. Sherman, Robert B. Sherman. Thomas Newman hace un trabajo sensacional usando este material y aportando el propio sobretodo en las escenas de flashback. Tratándose de Mary Poppins nos tenían que regalar algunas escenas donde los creadores inventan canciones y Travers se va cabreando, con algunos momentos muy divertidos. Pero no esperéis una película muy espectacular, al contrario lo mejor pasa entre 4 paredes y en los diálogos. 

Y no quiero dar más el rollo, solo diré que hacía mucho que no me invadía la emoción en una sala de cine y el otro día esa película me llegó al alma, o al menos a la del niño que llevo dentro. 

Si os gusta Mery Poppins y el buen cine no os la perdáis. Un saludo co-cine-ritos!!