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miércoles, 16 de abril de 2014

UNA PANTERA ROSA... CASERA

El pasado 20 de marzo se cumplían 50 años de la primera aparición de la Pantera Rosa en una sala de cine. Blake Edwards había encargado a Friz Freleng, el autor de Bugs Bunny, crear un personaje que aunara la rebeldía de James Dean, el encanto de Cary Grant y la elegancia de David Niven y que, además, fuera gracioso, mudo y rosa. Todo un reto. De esa mezcla surgió esta criatura animada que nació como una simple introducción en los créditos de la película sobre las andanzas del patoso inspector Clouseau para convertirse, con el tiempo, en todo un fenómeno del entretenimiento, un clásico de aquellos tiempos en que a estas cosas se les llamaba dibujos animados.

Sí, en Cocina Paradiso somos fans de La Pantera Rosa... ¿por qué lo preguntáis?

Casualmente, a principios de febrero os hablábamos en facebook sobre Nice´n Fluffy, el blog de una de nuestras lectoras especializado en repostería americana que, entre otras, contenía la receta de la pantera rosa. Todo parecía confabularse para que Cocina Paradiso decidiera preparar para la ocasión... ¡unos buenos pastelitos caseros de la pantera rosa! Los conocéis, ¿verdad? Esos bizcochitos rellenos de nata y cubiertos por una dulce capa de chocolate rosa. Un placer de la infancia que, lo confesamos, no ha caído en el olvido, muy al contrario, aún hoy seguimos engullendo alguno de vez en cuando. Una buena dosis de dulce exquisito con regusto a nostalgia.

Total, que nos lanzamos a la piscina.

NECESITARÉIS (para 4 ó 6 pastelillos):

Para el bizcocho:
3 huevos
100 gr. azúcar
100 gr. harina de repostería
1 cucharadita de esencia de vainilla

Para el relleno:
200 ml. nata para montar
25 gr. azúcar glass
1 cucharadita de esencia de vainilla

Para el glaseado:
Una bolsa de candy melts rosa. Se suelen vender en tiendas especializadas en repostería creativa u online. O, más fácil, en la sección de Repostería/Hogar de El Corte Inglés (¿qué no hay en El Corte Inglés?). Con una bolsa entera tenemos de sobra, sobre todo si sois expertos en repostería, pero nos hemos decidido por usarla entera por el temor de quedarnos cortos con el glaseado: mejor que sobre, que no que falte, dice la sabiduría popular. Además, una vez fundido, las pastillitas de chocolate rosa pueden reutilizarse.
De aquí saldrá una pantera rosa casera rica, rica....
Pongámonos manos a la obra:
El Bizcocho:

Precalentamos el horno a 180º C.

Rompemos los huevos y separamos las claras de las yemas.

Ana separa las claras de las yemas con un gracejo andalú que quita el sentío.

Montamos las claras con el azúcar hasta que formen picos. Añadimos las yemas y la esencia de vainilla sin dejar de batir y, a continuación, incorporamos la harina pasada por un tamiz con movimientos envolventes. En nuestro caso, para mayor rapidez, hemos montado las claras en la Mycook de Taurus (similar a la Thermomix), 1 minuto por cada clara a velocidad 5.

Vertemos la mezcla en un molde cuadrado o rectangular engrasado previamente o, si lo preferís, cubierto con papel de horno antiadherente (la opción que nosotros hemos elegido), con el objeto de que no se pegue y facilitar el posterior desmoldado. Hay que tener en cuenta que este bizcocho sube poco, así que aseguraros que tenga suficiente grosor (unos 3 ó 5 cms de alto, más o menos).


Preparando el bizcochito para meterlo al horno.

Introducimos en el horno y dejamos cocer durante 20 ó 25 minutos hasta que empiece a tomar color, con cuidado de que no se dore mucho. Para saber si el bizcocho está hecho, podéis coger un objeto punzante y clavarlo en él: si el pincho sale seco y limpio, estará en su punto; en caso contrario, si el pincho sale mojado o con restos de masa, deberá continuar en el horno.


Alatriste era un maestro comprobando si los bizcochos estaban en su punto.

Sacamos del horno y dejamos enfriar durante 15 minutos. Tras desmoldar el bizcocho, dejamos enfriar por completo para que no se nos desmigue demasiado posteriormente, al cortar.

Cortamos el bizcocho en cuatro porciones de 10 centímetros de largo por 4 de ancho. Estas medidas son orientativas: nosotros lo hemos hecho así, pero va en el gusto de cada uno. Podéis cortar el bizcocho en más porciones de menor tamaño cada una, o como prefiráis.

A continuación, realizamos un hueco en el centro de cada pieza con un descorazonador de manzanas. Si no tenéis un descorazonador, podéis utilizar cualquier otro artilugio alargado similar: unos palillos chinos, un sacacorchos, o lo que se os ocurra que pueda hacer la misma función... ¡la imaginación al poder!

Un descorazonador de manzanas, unos palillos chinos, un sacacorchos,... ¡la imaginación al poder!

El relleno:

Montamos la nata bien fría con el azúcar glass y la pizca de esencia de vainilla. En nuestro caso, para este paso nos hemos servido de la Mycook, a velocidad 5 hasta comprobar que la nata estuviera bien consistente. ¡Importante! Usar nata bien fría de la nevera y que contenga al menos un 35% de materia grasa: si el porcentaje es menor, no hay Dios que la monte.

Rellenando los agujeritos del bizcocho con nata.
Pasamos la nata a una manga pastelera con boquilla lisa y rellenamos el hueco que hemos realizado anteriormente en el bizcocho.

El glaseado:

Aquí viene la madre del cordero, el paso que, con diferencia, más complicado nos ha resultado. Y es que derretir correctamente las p... pastillitas de candy melts tiene su enjundia. Tres intentonas, ¡tres! tuvimos que realizar antes de lograr algo presentable. Comenzábamos a creernos unos inútiles cuando, trasteando por internet, comprobamos que no somos los únicos: al parecer, estas simpáticas pastillitas han poblado las pesadillas de muchos aficionados a la repostería creativa.

Porque las candy melts son coberturas, sí, y parecen chocolate, pero no son chocolate exactamente.  Son más espesas, la capa de cobertura que obtenemos con ellas es más gruesa y endurecen rápidamente.

Hay quien dice que para derretir las candy melts lo mejor es hacerlo al baño maría. Puede ser, pero, ojo: tenemos que ser extremadamente cuidadosos, porque cualquier mínimo contacto de la humedad o la condensación con el chocolate derretido podría estropearlo por completo.

Nosotros creemos que es más práctico el microondas. Para una cantidad pequeña, como es nuestro caso, tras picar las candy melts en trocitos pequeños, las echamos en un recipiente y lo metemos en el microondas. Encendemos el micro. A los 30 segundos, sacamos y removemos. Dependiendo de la potencia que hayamos elegido, se habrá fundido un poco (si veis que se ha fundido demasiado, acortad el tiempo o bajad la potencia). Volvemos a meter, y a los 30 segundos, sacamos y removemos de nuevo. A medida que el conjunto se vaya calentando y con cada movimiento, la cobertura se irá fundiendo cada vez más.  Repetimos el proceso las veces que sean necesarias (mete unos segundos, saca y remueve, mete unos segundos, saca y remueve…) hasta que la cobertura quede perfectamente fundida.

En nuestro caso, para mayor rapidez, este paso lo hemos hecho en la Mycook, 3 minutos a 40º a velocidad 4.

Para acabar, colocamos los bizcochos sobre una base cubierta con papel de horno antiadherente  y los cubrimos con el glaseado ayudándonos de una cuchara o de un cucharón, cuidando de que queden cubiertos por toda su superficie (dándoles la vuelta para que se cubran también por abajo). Este paso hemos de realizarlo con rapidez, para evitar que la cobertura se encurezca y nos resulte difícil extenderla.

Cubriremos los bizcochos con el glaseado cuidando de que queden cubiertos por toda su superficie.

A continuación, dejamos enfriar para que la cobertura se endurezca y... ¡a por ellos! Aunque creemos que os los ventilaréis poco después de hacerlos, aconsejamos conservarlos en el frigo para mantener fresca la nata y evitar que la cobertura se reblandezca

Y a nosotros que nos parece que este bichejo rosa le ha dado alguna que otra pincelada a la cobertura de los pastelitos...
 
Una receta laboriosa, pero... ¿el resultado? Unas panteras rosas caseras cuyo sabor se parece mucho al de las que compramos en tiendas. Es cierto, la forma quizá no sea muy ortodoxa... una tarea a mejorar en nuestros futuros intentos. Eso sí, os aseguramos que, si los probáis, el que sean cuadrados, redondos o se parezcan a la Cosa del Pantano ya no os importará.

Para acabar, qué mejor que comerse uno de estos pastelitos viendo alguna de las pelis de La Pantera Rosa y tronchándonos con las desventuras de Clouseau, o algún capítulo de la serie de dibujos animados. Necesitamos reír, queremos reír, y la Pantera Rosa nos alegra la vida y nos endulza el paladar. ¿Qué más queremos?

¡Saludos culinocinéfilos!

2 comentarios:

  1. ¡Qué receta más original y qué buena idea! Y además, una buena manera de evitar esa cantidad de grasas trans y porquería que lleva la bollería industrial, sobre todo este tipo de pastelitos y especialmente éstos de colores poco comunes para un pastel, que cuando te los estás comiendo piensas "¡qué bueno está esto! ¡Sabe Dios qué llevará!"
    Al menos éstos caseros, aunque igualmente calóricos y buenos, sabes lo que llevan, que siempre da tranquilidad jeje.


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    1. Tienes razón, V: engordan igual,... ¡pero los has hecho tú! Se comen con mayor ánimo si cabe, la verdad, jaja.

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